Que Padre: un año más que el club de motociclismo Off Road con sede en Guadalajara realiza lo que es ya el tradicional paseo conmemorando a los padres.

 

Es así que el recorrido de Talpa a Vallarta, ida y vuelta se llevó a cabo, acudiendo no solo hijos acompañando a sus padres, sino convivencia entre hermanos, matrimonios y claro, amigos del MotoclubTT.

La noche del viernes la mayoría de participantes convivieron en el destino de partida, Talpa, para el sábado temprano arrancar con miras a recorrer más de 150 kilómetros las motos, cuatris y “carritos”, pasando por terracerías pero también por tramos bastante accidentados. No sin antes algunos visitar a la Virgen de Talpa.

Aunque se pronosticaba lluvia, como buen huracán tras su paso dejó seco, aunque en algunas zonas estaba bastante húmedo, incluso encharcado, así que el clima en algunas secciones fue fresco. En mi caso, a bordo de Suzuki de enduro, disfruté poder acelerar, y aunque una falla de último minuto hizo que mi “partner” no me acompañara rodé junto con varios amigos de moto dos ruedas, aunque el entusiasmo se truncó, primero con un golpe en el brazo que “no lo ví venir” pero aún así, fondo a la 450, hasta que, un muy buen trancazo me llevó al suelo, de esas pocas veces que quedé tirado, incluso algunos momentos para retomar el aire y verificar que la cabeza siguiera en su lugar, así que creo el Leatt Brace, ya desquitó.

Pero era curva y venían más motos y carritos, así que a quitarse del camino (y para que no se rieran); con algunos golpes y leves daños a la moto, pues a darle ¿qué más?, hasta que hicimos parada para la nueva sección que Poncho Jiménez y su esposa un día antes habían trazado. Hasta ahí la labor de tomar fotos y video para All Access -adelantarse, tomarle a todos, alcanzarlos otra vez- ya había desquitado. Y mientras era la parada, acomodar volante chueco y demás, los golpes “se enfriaron”, así que como ya venía pensando en prestarle la moto a mi hermano para que no se aburriera de pasajero en carrito, pues fue inminente más adelante, en la parada a recarga de gas.

De ahí, voy de pasajero en el Maverick de Can Am asignado a Revista Moto, y aunque pensaba dormirme un ratito con tanto brinco no se podía, y menos que habíamos entrado a las “místicas” Guacas, un lugar que prácticamente cada curva vas cruzando un arroyo, y mi estimado Héctor quería atropellar a su tocayo Nungaray que iba adelante en cuatri, hasta que se dio cuenta que era el, y las canas son de respeto. Después de unas maniobras logramos ir al frente, con todo el camino para nosotros, hasta que llegó una zona muy destruida y ahí mi amigo me sorprendió con manejo cauteloso y 4×4, saliendo excelente del recorrido y amablemente cediéndome el volante, ya en una zona de mayor velocidad y en donde claro primero “driftear” el carro y luego comprobar que sí corren a más de 80, que digo ochenta, más de 100 kilómetros por hora, me dejó encantado este doble plaza de tubos amarillos fosfo.

El recorrido terminaba por ese día, la llegada a Melía en Puerto Vallarta bien recibidos por Paphi Viajes era solo el inicio de comer agusto, nadar, platicar las aventuras y un merecido descanso, en lo particular mucho gusto ver a los amigos con sus hijos, esposa, hermanos, es una alegría de disfrutar esto que uno organiza junto con más gente por puro gusto de pasear en moto.

Para el domingo por la mañana ya tras unas pomaditas para desinflamar, a emprender el viaje en un recorrido un poco más corto, algo así como 100 kilómetros en unas 4 horas, y aunque estaba un poco resbaloso por lo seco en algunas partes, en algunas otras el frío y el terreno húmedo se hacían presentes, y claro, zonas para también acelerar a fondo la moto, en donde al final me quedé sin gas y el único que estaba ahí para apoyarme era claro, el festejado, mi padre.

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