Varios vehículos tendrían averías por las condiciones extremas.

 

La tierra nos une. Fraternidad y off road se mezclaron en el Jarochazo 2015.

Por: Arturo J. Díaz.

Sí, Rossi tiró a Márquez (aunque diga que no) y se hizo el zafarrancho, al final Jorge Lorenzo quedó campeón del MotoGP… ah perdón, se me cruzaron los cables.

Rodando al caer el sol en Chachalacas.

Esta vez y por primera vez en ruta Off Road, visité una de las tierras que más afecto le tengo, y después del Jarochazo 2015, conociendo las “entrañas” de este estado, aún más.

Llegaba el día esperado, acudía a la invitación a All Access RT para dar cobertura televisiva a este evento, que prácticamente es el último del año, de los AZO más reconocidos a nivel nacional. Temprano la recepción era cálida y a trasladarse del puerto jarocho hasta Costa Esmeralda, para al pie de mar comenzar la jornada, que incluía recepción, regalos, comida, música y camaradería, haciéndose presentes los Regios ATV y mis amigos de Lare2TT.

 

Cálidamente recibidos al Jarochazo.

Llegaba la noche, la bendición de cascos con un emotivo sermón del padre nos recordaba dar gracias a nuestro regreso, y para ambientar la jornada la Banda Tiburonera se hacía presente, incluyendo en su repertorio el corrido del Jarochazo. Para después de la cena la junta de pilotos, incluida la premiación a Patrocinadores, Clubes y Prensa dejaba ver la gran cantidad de personas que se sumaron, incluida mucha gente del sureste por supuesto. Por parte del MotoclubTT desde Jalisco también una delegación se hacía presente.

Los organizadores dieron los pormenores del evento, para a las 9 de la mañana todos arrancar tras el banderazo de las autoridades respectivas. Aunque un poco más tarde, tuve la oportunidad de irme con Enrique Santos, organizador del evento en un Maverick turbo, eso sí, a ritmo de música. Pronto alcanzamos al contingente, llegamos a Misantla por caminos con muchos charcos, así que desde temprano íbamos mojados, y por seguridad se omitió el paso en el caudaloso río. Ahí recibieron los participantes un box lunch,  a seguirle. Este poblado están en un “agujero” así que bajar y luego subir, muestra unos panoramas exquisitos, sobre todo en los paredones con cascadas al por mayor. Y ahora resulta que mi bis-suegro era de ahí.

Algunos iban de regreso por “no poder pasar” el río, yo digo que les “dio frío”, porque estaba impresionante, más ver que varios carros se quedaban atorados. La corriente era fuerte y abajo había grandes piedras. Algunos, sobre todo los de cuatris y motos subieron un poco más por la orilla para encontrar los dos caudales que se juntaban ahí, así era más fácil pasar de uno en uno, relativamente.

El río, lo más extremo.

Por supuesto varios fueron los atorados, vaya usted a saber si por la conducción o por el vehículo en sí, pero aquí no había clubes ni banderas, el apoyo se dejaba sentir entre los participantes para con eslingas y winch, ir saliendo del apuro. Cuando yo pasé, sí “me dio frío”, lo bueno que traía buen conductor, porque me sentí como marino a media tormenta, ya subía ya bajaba el carrito, el agua hasta la cintura y fondo al pedal para salir.

Claro, varios vehículos tendrían averías por las condiciones extremas, por suerte para algunos, el mecánico de SAVEK Can Am estaba presente para ayudar, y mis respetos, se puso las pilas. Pero la cosa no acababa ahí, venía la noche y la neblina, el frío acompañándolos, subiendo alto y con la visibilidad casi nula. En todo el día no me había quitado el impermeable (ja, yo creí que iba al calor pero por suerte iba prevenido) pero llegaba el momento de sacar la chamarra. Pasamos por un festivo poblado que cruzamos en medio no solo de las calles sino de la banda que amenizaba, los tamales de armadillo –sí el animal de caparazón-, el atole, los taquitos eran como un drive thru que te llegaban directo al vehículo. Me gustó que muchos apoyaron la causa.

 

Banderazo de salida en Xalapa.

Después de un reajuste en la ruta (y otro más por un corte que hicimos pero que no había paso) regresamos al trazo original, pues era temprano, las 8:30 de la noche, así que a acabar la aventura para llegar a Xalapa, bien recibidos en el hotel y descansar, para temprano, las autoridades de turismo dar la arrancada y ahora sí, al frente pariente.

A lo largo del recorrido me dio gusto ir salude y salude a los pequeños que al paso de las motos agitaban la mano y regalaban una sonrisa cuando contestabas, y me sorprendió que las fotos no se hicieron esperar, todos con celular en mano en uno y otro pueblo, dejando huella de esta aventura todo terreno al paso por la puerta de su casa. La familia no solo estuvo presente ahí sino también en ruta, participando mujeres y niños a los intrépidos participantes.

 

Lo mejor se vive en familia.

El primer atorón, una subida llena de zanjas en donde iba brinque y brinque, pero que para suerte no estaba tan enlodada sino hubiera sido imposible subir, aun así más de un cuatri y carrito batallaron, quizás por no tener el 4×4 o Low activo al desconocer lo que venía, pero otros, optaron por “cortarle poquito” por carretera.

Uno por ahí entró duro y desmontó la llanta, y como sería casi imposible salir así de lo embancado o regresar otro carro, la labor humana se hizo presente y entre varios acostamos el RZR 4 plazas, que ahhh como pesa; saludos a Mayito de Ultra MX que decidió ayudar dejando el registro grabado en cámara, jeje, y de una vez aprovecho para saludar y agradecer a Rox de DX Deportes Extremos su gestión y amabilidad en su tierra, así como saludos al Gacktors, compañero de viaje desde Guadalajara y a Enrique de Revista Moto, capturando cada instante.

Fraternidad ante las adversidades.

Esa parte había pasado, y lo que seguía era camino rápido y en teoría sencillo, aunque un agujero inesperado volteó a un rider de cuatri, así que a apoyarlo en yo llevarme su cuatri y el en el Maverick hasta Coatepec para revisarlo, pero ya vi por qué se volteó, más dura que nada su moto… hasta mi amigo Neto me dijo que lo venía viendo “botar” y zaz, se echó la moto encima ante sus ojos.

A darle hasta Jalcomulco, que había escuchado por los enduro que ahí se hacen, y para mi grata sorpresa otro poblado dentro de un “hoyo” al bajar de las mesetas por altos barrancos, ahí el rappel y los rápidos son lo mejor y no me queda duda, tendré que regresar para eso y disfrutar de nuevo de unas tostadas de camarón (con frijoles, lechuga, queso y crema – what?) pero que sabía deliciosa y una paleta –hielito- de cacahuate, mmm.

Pero la comida esperaba, así que había que llegar a Puente Nacional, al hotel que nos recibiría con bellas edecanes a la puerta, paella y un delicioso caldo de mariscos, y ahora sí, fierro compae que ya la mayoría de grupos habían llegado y aún faltaban las dunas, que ya he rodado en ellas en moto y RZR, que serían el lugar ideal para cerrar la jornada de más de 300 kilómetros.

El regalo prometido, Outlander L de Can Am.

Así fue que más de 300 participantes vivimos la aventura para cerrarla con cena, charla, música de la Banda Tiburonera (y el corrido del Jarochazo que ya casi me aprendo…) para al final entre los regalos, cascos, jersey´s, entregar la Outlander L cortesía de Savek, Can Am y Jarochazo.

Y muy de madrugada el lunes a regresar a casa después de vivir una aventura inolvidable; gracias al staff de trabajo, pero en especial a Senties y Santos por su calidez, así como a MD Motoplaza por su apoyo para lograr estar ahí, en uno de los mejores eventos de México.

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